La actividad pública de Jesús

En el tiempo litúrgico en el que nos encontramos, el llamado tiempo ordinario podemos conocer y sorprendernos de la vida pública de Jesús por la que la liturgia hace un extenso recorrido. En este tiempo se nos muestra la actividad del Señor: los momentos largos de oración que pasaba a solas, muchas noches, para escuchar al Padre, y poder hacer su voluntad.Esta relación filial de Jesús con el Padre, era la que sostenía su vida y su entrega a los demás. Jesús llama a Dios Abba. Es el mismo trato con que los niños hebreos llaman a sus padres terrenos. Así, el Señor se relaciona con su Padre desde la intimidad y cercanía, con la confianza de un niño. De este modo, Jesús nos invita a relacionarnos con Dios, desde la confianza de un hijo con su Padre, que sabe que siempre le acompaña. La oración sostenía la entrega de Jesús, y su vida de donación por los demás. El querer del Padre era su mismo querer (cf. Jn 5, 19). Por eso, los milagros y los signos que Jesús hace son desde el plan de Dios hacia cada persona. Estos mismos signos sostienen hoy la vida de la Iglesia. Jesús hoy quiere sanar, curar y liberarnos del pecado como lo hizo durante su vida terrena con los que con confianza, acudían a Él. Este tiempo ordinario nos lleva a admirarnos del poder de Dios, y su amor por cada hombre. En esta imagen que presentamos podemos reconocer uno de los milagros que Jesús hace con sus discípulos. Después de estar toda la noche pescando y no recoger nada de pescado, Jesús se acerca a los suyos y les dice que echen las redes. Ellos al principio dudan, pero confiados en la Palabra del Maestro, las echan y la pesca es tan abundante que necesitan ayuda para poder sacarla. El Señor viene a sorprendernos siempre en nuestra vida. Él nos da siempre mucho más de lo que esperamos y necesitamos, siempre que se lo pedimos con fe, y es para darle gloria a Él. De este modo, siempre tendremos un corazón lleno de asombro que se deja sorprender por lo que Dios hace en la vida de cada uno. Dios no se deja ganar en generosidad, y siempre nos da mucho más de lo que somos capaces de recibir. Nos lo da todo. Es más se da a sí mismo, para nuestra salvación. El Señor quiere por eso, que te abandones a Él, y le dejes el control de tu vida a Él, que siempre viene a desbordarte con sus planes. Cuando tienes el corazón abierto para el Señor, Él siempre te va a colmar de gozo, amor, alegría y esperanza. Solo quiere que vivas confiado en las manos del Padre, para que recibiendo su Espíritu, puedas hacer los milagros y signos de entrega para otros, como lo hizo el Señor, o incluso mayores.
Belén Sotos Rodríguez
Licenciada en Teología dogmática y espiritual.
Soy Virgen consagrada desde el 2005, y pertenezco a la Renovación Carismática Católica de España.
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Asuntos de la vida de Jesús y los apóstoles: la pesca milagrosa
ATRIBUIDO A VOS, MARTIN DE
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