La oración cristiana

Partiendo de Betania para ir a Jerusalén, subió al Monte de los Olivos, y, no lejos de su cumbre, apenas empezó a bajar el declive occidental que mira a la ciudad santa, púsose a orar. Cuando hubo terminado su oración, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó también a sus discípulos». Jesús les respondió: » Cuando oréis, decid así:
Padre, sea santificado tu nombre,
Venga a nos el Tu reino.
Danos el pan de cada día,
Y perdona nuestros pecados,
Que también nosotros perdonamos a nuestros deudores,
Y no nos dejes caer en la tentación«.
Compendiada así la sublime oración del Pater que enseñará en el Monte de las Bienaventuranzas, pasó a exhortarlos a una santa importunidad en la oración, y dijo: » Si uno de vosotros tiene un amigo, y a media noche acude a él y le dice: — Amigo, préstame tres panes, porque ha llegado un amigo de lejos, y no sé que darle —, suponiendo que el otro desde dentro diga: — No me molestes: la puerta está ya cerrada, estoy acostado ya, y también mis hijos; no puedo levantarme a dártelos—; si el otro sigue llamando, os aseguro que, aunque no se levante a dárselos porque es su amigo, al menos para que no le moleste, se levantará a darle cuanto hubiere menester. Y yo os digo a vosotros: Pedid, y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. El que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Y quién hay entre vosotros que dé una piedra al hijo que pide pan? ¿Una serpiente, si pide un pez? ¿O un escorpión, si pide un huevo? Pues, si vosotros, malos como sois, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos, dará el Espíritu Santo a aquel que se lo pide?»
Bibliografía:
«Vida de Jesús»
P. Eusebio Tintori, O.F.M
imagen vía: midevocional.org