María, mujer llena de gracia

La Inmaculada Concepción

 

El tiempo del Adviento es el tiempo litúrgico, especialmente mariano por excelencia. María es la mujer llena de gracia que por el poder del Espíritu va a engendrar en su seno virginal al Hijo de Dios, convirtiéndose en mediadora de la salvación para todos los hombres. Ella es la mujer que fue concebida sin pecado original por los méritos de misterio pascual del Hijo. María es la Nueva Eva que por su obediencia al plan de Dios puede pisar la cabeza de la serpiente, Satanás, para que el hombre pueda vencer al mal en la lucha de su existencia.

María es la Virgen Inmaculada que nos ayuda a poner la mirada al cielo, para que la Iglesia peregrina pueda aspirar a la santidad. La Virgen que no cometió pecado nos invita a hacer de nuestra vida una alabanza a Dios en la que siempre busquemos el bien. Ser santo mirando a María nos ayuda a ver y desear ser revestidos de la misma santidad de Dios. 

La Tradición de la Iglesia siempre vio a María como la mujer toda santa, y la llena en plenitud de la gracia divina,  como hija predilecta del Padre, que la llamaba a ser Madre del Verbo Encarnado. Después de un largo devenir histórico en la Tradición, el Magisterio y la vida de la Iglesia. Pasados varios siglos de controversias y debates teológicos, tanto en la Iglesia de Oriente como de Occidente, no fue hasta el siglo XIX cuando se definió para toda la Iglesia universal como dogma, el misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Así lo afirmó el Papa Pio IX, en el año 1854. Con este dogma se daba fin a una serie de disputas entre los teólogos y las diversas tradiciones eclesiales, y la Virgen María era declarada como la mujer que no conoció el pecado y fue preservada del pecado original y resguardada del mal desde su concepción por los méritos de la muerte del Hijo que se iba a encarnar en sus entrañas purísimas.

María es la Inmaculada que haciendo la voluntad de Dios, fue revestida del poder del Altísimo y cubierta con la sombra del Espíritu Santo. Es la mujer que refleja la luz de Dios, y de la que nació el Sol que venía de lo alto. La Virgen Inmaculada es la mujer que dijo si a Dios y fue vestida del sol de la justicia y la santidad divina. María es la virgen  por la que se cumplen las promesas hechas al pueblo de Israel. Ella es la reina que ha sido coronada con una diadema de 12 estrellas como signo de las 12 tribus de Israel, y como signo de los 12 apóstoles que constituyen los fundamentos del Nuevo de Israel, que es la Iglesia. Ella es la mujer que como Nueva Eva va a vencer y pisar la cabeza del demonio. Por su entrega total y docilidad a plan divino María es signo de la acogida y la obediencia que no muerde el fruto prohibido que comió Eva y la llevó apartarse de Dios. Por pura gracia, se convierte en la madre, desde el misterio pascual del Hijo, que a los pies de la cruz recibe el don de los hijos, y que por su fiat y confianza radical en Dios, recibimos el Salvador, para toda la humanidad. Por último, María es la virgen obediente que transparenta la luz de Dios, y tiene la luna bajo sus pies porque no está sometida al tiempo ni al espacio, porque ha entrado en la esfera del don de la gracia, donde el tiempo y el espacio se convierten en don de eternidad. 

María por su Inmaculada Concepción hace que el hombre pueda vivir en su vida en plenitud, el don del Bautismo, por el que es hecho hijo de Dios y borrado del pecado original. Aunque en él queda la inclinación al pecado, María le ayuda a en su existencia terrena a poder vivir en comunión con Dios, y en medio de su debilidad dejarse hacer por Dios. Por su docilidad al plan de Dios, con la mano de María, el hombre puede tener y gozar ya del cielo, que en la tierra se lo ofrece como don y regalo.

Belén Sotos Rodríguez.
Licenciada en Teología dogmática y espiritual.
Soy Virgen consagrada desde el 2005, y pertenezco a la Renovación Carismática Católica de España.

imagen:
La Inmaculada Concepción
Rubens, Pedro Pablo
Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

jhr

"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, el que cree en mí, vivirá para siempre."

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