La incredulidad de santo Tomás

La incredulidad de santo Tomás
La incredulidad de santo Tomás Stom, Matthias Copyright de la imagen ©Museo Nacional del Prado

 

Tomás uno de los apóstoles, llamado Dídimo, no estaba en el cenáculo la tarde del día de la resurrección en que se pareció Jesús. Cuando los otrso discípulos le dijeron que habían visto al Señor, respondió: «Si no veo en sus manos las hendiduras de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creo».

Ocho días después, hallándose nuevamente los discípulos en el cenáculo, y estando también Tomás con ellos, entró Jesús, y, colocándose en medio de ellos, los saludó diciendo: «La paz sea con vosotros». Y volviéndose luego a Tomás le dijo: «Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; mete tu mano en mi costado, y no seas incrédulo, sino fiel.

Se estremeció Tomás al oir que Jesús repetía sus palabras de incredulidad, y después de haber tocado con su mano las llagas del maestro, exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!». Aprobando este testimonio de fe, y reprobando la incredulidad pasada, le dijo Jesús: «Porque me has visto, oh Tomás has creído. Bienaventurados aquellos que creen sin ver».

Así completó Jesús la demostración de su resurrección, de suerte que ninguno de sus discípulos pudiese dudar de ella, y, pensando en los miles de creyentes que habrían basado su fe en los argumentos requeridos de la incredulidad de los apóstoles, especialmente de Tomás, los llamó bienaventurados por el gran mérito que había de tener su fe.

Bibliografía:
«Vida de Jesús»
P.Eusebio Tintori, O.F.M

jhr

"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, el que cree en mí, vivirá para siempre."

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